El duelo es el proceso psicológico normal que se produce por la pérdida de un ser querido. En sí mismo no constituye ninguna enfermedad, forma parte del vínculo amoroso que se tenía con la persona fallecida. Las etapas del proceso del duelo son el recorrido que se transita para recuperarse, es útil mirarlas como una guía para entender la nueva situación personal. Se detallan a continuación:
1. Negación:
Consiste en el rechazo de los hechos, esta fase permite a la persona atenuar el golpe de la muerte y aplazar parte del dolor que ha experimentado al enterarse de la noticia. No es que se niegue la pérdida, sino que se siente invadida por un sentimiento de incredulidad al darse cuenta que no se verá más a la persona que amada.
2.Enojo:
En este periodo surgen sentimientos de rabia, frustración e impotencia con respecto a la propia capacidad de modificar las consecuencias de la pérdida. El doliente se queja e irrita por todo, se pregunta por qué a él, se buscan culpables como puede ser otra persona o incluso uno mismo.
3. Negociación:
El afectado aún sin ser capaz de afrontar la verdad, pretende crear una ficción que permita ver la muerte como una posibilidad de que estamos en posición de impedir que ocurra, y así procura superar la vivencia por la que está atravesando. El propósito de volver el tiempo atrás es un deseo habitual en este momento.
4. Tristeza o depresión:
A partir de este momento se empieza a asumir de forma definitiva la realidad de la pérdida, se está consciente que la persona ha fallecido y no volverá. Esto genera sentimientos de tristeza junto con otros síntomas, como el aislamiento social, o la falta de motivación. Es importante en este período encontrar un espacio para conseguir expresar y procesar las emociones, ya sea hablando con un familiar o amigo e incluso escribiendo sobre la pérdida.
5. Aceptación:
Se relaciona con la comprensión de lo inevitable que es la muerte. La persona afectada comienza a notar cierta paz, sin embargo, la aceptación no es sinónimo de felicidad, aunque de a poco se va recuperando y adaptándose a la vida.
No es fácil establecer un tiempo cronológico para la superación del duelo, se da cuando la persona recobra el interés por la existencia y es capaz de pensar en el fallecido sin sentirse agobiado, prestando atención a las vivencias positivas y dejándose llevar por un recuerdo sereno. Como indica el psicólogo social Moffat: “Los muertos no se entierran con tierra, sino con palabras dentro del corazón”. Se recuerdan las anécdotas, las enseñanzas y se valora el tiempo compartido.
Se puede concluir que es un proceso necesario y es un camino que va desde el dolor profundo al recuerdo agradecido, desempeña una función de adaptación a una situación completamente nueva, posibilitando enfrentarse nuevamente a su vida diaria sin la persona amada. No se trata de olvidarla pero sí de asimilar el vivir sin ella.
Pedro Cabral
Lic. en Psicología Mat 2124